Dedicados
en su origen a la limpieza en seco, la familia Boeta,
alma mater de Boaya, comenzó a introducirse
en el mercado de la lavandería en 1969.
Los inicios de la empresa no fueron fáciles:
los altos costes de adquisición de maquinaria
industrial y los elevados aranceles de la época,
convertían esta actividad en una ardua tarea,
lo que impedía a muchos lavanderos adquirir
equipos modernos. A pesar de estos inconvenientes,
Boaya optó siempre por la elección de
las firmas extranjeras de mayor relieve tecnológico,
para su distribución en España, en una
labor que llega hasta nuestros días.
Además de ello, era necesario crear una infraestructura
de servicios, ya que disponer de equipamientos en
cada actividad del lavado, secado, planchado y acabado
debe estar necesariamente complementado por un equipo
de servicio técnico muy cualificado, como el
creado por Boaya, que en la actualidad cuenta con
más de 16 técnicos que dan servicio
y asesoramiento a todo el territorio nacional, incluyendo
Baleares y Canarias.
Con el aval de sus 35 años de trayectoria y
la experiencia de un gran número de máquinas
instaladas hasta 2004, los hermanos Juan y Rafael
dirigen hoy desde Madrid y Barcelona, junto a sus
descendientes más directos, la actividad de
esta empresa que actualmente cuenta con una cuarentena
de colaboradores.
La filosofía: vender calidad acompañada
de un buen servicio post-venta
Basada en su premisa de “vender calidad”,
a lo que Boaya une un buen servicio post-venta, la
empresa desarrolla su actividad tanto en el sector
privado como en el público.
Hasta la implantación en el mercado de los
túneles de lavado, el primero de ellos vendido
en 1970, la empresa instaló más de 200
lavadoras centrífugas Milnor de gran capacidad,
que destacaban de su competencia por su alta fiabilidad,
resistencia y calidad en el lavado. Posteriormente
se fueron implantando los equipos de acabado, por
lo que Boaya apostó por la marca Jensen, de
la cual los introductores y plegadoras ya destacaban
por su alto grado de desarrollo, productividad e innovación.
Esta maquinaria moderna no sólo producía
más y mejor, sino que también ahorraba
más energía y mantenimiento, lo que
facilitó su paulatina y creciente demanda.
Uno de los criterios fundamentales de Boaya fue siempre
asegurar a sus clientes un servicio a largo plazo,
por lo que la empresa procuró “no cambiar
de suministrador”, una actitud que le permitió
alcanzar una imagen de solidez y estabilidad en el
mercado, frente a la sensación generalizada
de inseguridad e inestabilidad debido a la constante
aparición y desaparición de numerosas
marcas con sus respectivos representantes.
Boaya es desde 1975 distribuidor exclusivo del primer
fabricante mundial de equipos, el grupo LSG - Jensen,
al igual que de otras grandes marcas a nivel internacional.
Tras 35 años de paulatino crecimiento, Boaya
ha instalado más de 350 lavacentrífugas
de gran producción, 120 túneles de lavado
y más de 2.000 máquinas de introducción
y plegado de ropa, disponiendo en la actualidad de
las instalaciones de mayor producción y desarrollo
tecnológico de España. Claro ejemplo
de ello es la Lavandería Hospitalaria Central
de Mejorada, la más grande de España,
con una producción 37-40 toneladas/día
y una tecnología aplicada que dejó muy
satisfecho al Consejero de Sanidad de la Comunidad
de Madrid, D. Manuel Lamela, en su visita en agosto
de 2004.
Un aliado en los diferentes procesos de producción
Boaya asesora y suministra equipos y sistemas que
gestionan desde la entrada de la ropa a la lavandería
hasta la clasificación y distribución
de la propia salida de los diferentes tipos de ropa.
Es posible gestionar y controlar la entrada de ropa
mediante diferentes sistemas de identificación
y ordenación, ya sea mediante conteo manual
o de forma automática, es decir por medio de
lectura por antena de chips identificativos en cada
prenda, facilitando así su clasificación.
Más tarde estas prendas ya pueden ser almacenadas
en bolsas de transporte suspendidas (ahorro de transporte
manual y espacio disponible en la planta). Las bolsas
suspendidas conforman un almacén aéreo
que, mediante su visualización por ordenador,
permite de forma automática seleccionar los
clientes, su carga, su proceso de lavado y secado,
de forma que la ropa sólo vuelve a tener contacto
con los operarios en el ultimo proceso de planchado
y doblado de la prenda.
Los modernos túneles de lavado instalados por
Boaya permiten un proceso rápido del propio
lavado con un consumo tres veces inferior a los de
una lavadora industrial convencional.
Las líneas de planchado que Boaya distribuye
procesan hasta 1000 sábanas a la hora, proporcionando
multitud de variantes en su modo de introducción
y doblado.
Por otro lado la felpa, que supone gran parte de la
producción de cualquier lavandería hotelera,
es doblada, clasificada y apilada automáticamente
según sus diferentes tamaños.
Los equipos de uniformidad son pioneros tanto en su
variedad y adaptación a los diferentes tipos
de prendas, como a las prestaciones que los mismos
proporcionan, siendo uno de los campos que Boaya está
desarrollando en los últimos años.
Un futuro en continuo desarrollo
Como ha venido haciendo a lo largo de toda su trayectoria,
Boaya sigue apostando cada día más por
el desarrollo y perfeccionamiento de los equipos industriales,
buscando además optimizar los procesos mediante
modernos sistemas de organización interna.
Todo ello junto con el apoyo de un departamento técnico
en constante adaptación, que pretende solucionar
los retos futuros que el mercado tenga que afrontar,
a fin de poder estar siempre a la vanguardia de la
lavandería industrial.
|